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Suspiros y palabras sin sentido y sin rima.
Soledad vil cómplice.
17:59-18:05h
Tiemblan y tiemblan las paredes, todo se vuelve gris, ambos caen en el silencio incomodo, uno encima del otro. Las miradas parecen escapar lejos en la oscuridad y los cabellos caen entre ellos como visitantes audaces.
Las ropas caen y caen unas tras otras como hojas de arboles en otoños silenciosos.
Corazones que saltan y saltan locos en los pechos mientras se ahogan palabras y miedos en besos nerviosos, ansiosos y sudorosos.
Cuerpos que vibran como instrumentos, nerviosos, íntimos, apunto de reventar. Los ojos se cierran en silencio; él baja y baja cada vez mas suavemente por el llano desnudo provocando suspiros; ombligos quedan atrás y el descenso continua hasta lugares inexplorados por los sentimientos. La piel se excita y eleva gritos acalorados a los tejados.
Dedos que suben acalorados por el cuerpo ardiente en la danza que no parece terminar, hasta los pechos que no pueden esperar aún mas.
Una mano temblorosa se pierde en el cabello, mientras otra se sostiene de la de ella en un lazo que nadie ni nada puede desligar.
Las sabanas presencian, victimas del placer, como dos cuerpos se sacuden, se doblan y se arrugan hasta no poder mas y un minuto mas los gritos de los cuerpos complacidos llenan la triste habitación.
Música que hacen dos cuerpos en perpetuo placer.
La habitación victima indirecta de el amor jamas volverá a temblar como aquella noche tembló.
Tuyo, David.
Por: David Lopera Naranjo. Todos los derechos reservados.
Imagen sujeta a derechos de autor.

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