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23:42h
Horas extrañas
Y si...
De morirse tanto.
De morirse tanto dan ganas de no saltar al vació tan rápido.
De morirse tanto dan las doce y aun no siento ningún goce, la noche aun larga continua y continua con su amargura.
De morirse tanto ya ni se te ve ni te importa y simplemente vuelves donde ya estuviste y donde ya te conocen.
De morirse tanto ya no hay borracheras que importen tanto.
De morirse tanto el teléfono deja de parecer tan inmenso e intenso.
De morirse tanto la ves y ya no te importa, ya esta como ida, como si no estuviera, como si solo fuera un espejismo, como si estuviera muerta pa´ que no joda.
De morirse tanto la lluvia de las cinco de la tarde ya no repiquetea contra la ventana con la misma fuerza.
De morirse tanto te secas como fruta al sol.
De morirse tanto ves, sientes, oyes y te escabulles de todo lo bello y bueno de los otros enajenadamente enamorados.
¡Corre!, ¡Muérete!, compra una botella de Whisky en el estanquillo de don Alirio, Sube a un bus para no ir a ningún lado y ponte a hablar con el conductor como si no hubiera un mañana, ofrece le de tu trago y has que los seres que habitan las madrugadas se monten al bus y te digan que estas jodido y has como que no te importa.
Divaga por las oscuras calles hasta el nuevo amanecer y una vez veas el sol muere de nuevo para revivir mas tarde y seguir con la misma historia.
Palabras,
Tuyo, David.
Por: David Lopera Naranjo, todos los derechos reservados.
Arrebatador e imborrable (y)
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