Cuan alegres estábamos y como no sacudíamos en el oleaje den nuestros sentimientos encontrados. Tú mirada gritaba y la mía no se podía ocultar ante ese deseo irrefrenable de lo que debía de suceder.
Ocurrió y ocurre, no sabemos cuanto durara, pero mientras estemos acá, tomémonos de las manos, entrecrucemos nuestros dedos y no pensemos en lo que valla a venir.
No se, no se es lo que decimos y es un gran no se ese nuestro porvenir.
Tuyo, David.