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Tomo tu mano y un escalofrió recorre mi cuerpo.
Tomo tu mano, y mi corazón parece reventar.
Aprieto sin hacerte daño, delicada y suave las siento entre mi palma.
Tus dedos se entrelazan con los míos en un nudo infinito y el momento se congela en la tarde que no quiero que termine.
Tu mano en la mía parece mas pequeña, grande y torpe, en la tuya bella y delicada con momentos escondidos entre las arrugas estrechadas con la mía. Ese calor que despedimos el uno al otro en las palmas llenan esos huequitos rotos llenos de suspiros y noches en vela.
Son cuerpos que danzan uno al lado del otro unidos por ese nudo de palabras, ojos indiscretos, y piedras que no son mariposas en el estomago.
Vamos de un lado a otro dando pequeños saltos, derecha, izquierda, derecha, izquierda y luego alto.
Tengo miedo de soltarte y de que te vallas para no volver; no te vallas que te quiero, no te vallas que te extraño, no te vallas que no puedo saltar a solas sin parecer desolado, no te vallas que no quiero caerme nuevamente, no te vallas en la noche incierta por las palabras que no quiero que leas, no te vallas en la noche incierta por que quiero acariciarte en la oscuridad cómplice de nuestro amor breve y bello que aun no quiero que termine.
Palabras al aire en las frías montañas.
Tuyo, David.
Por: David Lopera Naranjo. Todos los derechos reservados.
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